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DIOS TE BENDIGA
“Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados” Isaías 43:25
Mujer, quizá tú te sientas atrapada por un pasado que no te gusta, quizá te sientas avergonzada por cosas que hiciste y que no puedes desprender de tu mente y corazón. Quizá muchos te han dicho que debes dejar tu pasado atrás, pero no puedes, los recuerdos te persiguen y no te puedes librar de ellos. Hay alguien que te puede ayudar a liberarte de ese pasado. Si tú estás arrepentida, si tú le has pedido perdón a Dios por tus malas acciones, El te perdona y nunca más se acuerda de ellas, ¿por qué no las olvidas tú?
Cuando hay arrepentimiento, hay perdón de pecados y además hay un cambio. La sangre de Cristo lava de una vez y para siempre los malos recuerdos del pasado y no permitas que nadie te lo recuerde, porque para Dios ya no existen. La gente que no conoce a Dios es prejuiciosa, no perdona los errores de los demás. No conoce el gran poder de Dios para sanar el alma y transformar a una persona. Solo eso debe importarte, lo que Dios ha hecho o puede hacer en ti.
No hagas caso de críticas mal intencionadas, ni permitas que duden de la obra que Dios ha hecho en ti. Testifica siempre. Y recuerda que nadie puede cambiar su pasado, pero Dios sí puede cambiar su futuro.
“En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente” Efesios 4.22
Autora: Angélica García Sch.
Yo te diseñé mujer.
Delicada, tierna, amorosa, dulce y frágil, pero a la vez fuerte y aguerrida, apacible pero valiente y llena de amor, así fue que te creé, te coloque en el vientre de tu madre, con la seguridad plena de que fueras mujer, te fui formando y cuidadosamente detalle a detalle, con mis manos te diseñé y sonreí al ver la obra que había creado, antes de nacer ya te llamaba por tu nombre, llegaste al mundo tan pequeña e indefensa, pero sabía que tu vida apenas comenzaba, y no tardaría en cumplir mis propósitos en ti.
Te vi nacer, llorar, reír, caminar, pronunciar tus primeras palabras y convertirte poco a poco en la mujer que hoy eres, aun a pesar de tu edad, hoy sigues siendo esa niña dulce y tierna que con tanto amor planeé, la niña de mis ojos, la mujer que a pesar de sus errores amo y cuido como el mas preciado tesoro, , esa que cuando veo caer no dudo ni un instante en acudir a levantar, la que en cada lágrima me tiene a su lado con el pañuelo de mi amor secando su llanto, y que cuando ríe me contagia su alegría, esa eres tu, mi hija, la que acompaño en cada paso en cada momento y que conozco a perfección, yo te traje al mundo no con uno, con muchos propósitos, pero todos ellos se resumen en amarte y verte feliz.
Y aunque a veces te has preguntado por que es que viniste al mundo y porque eres mujer, la respuesta a tus preguntas es sencilla, eres mujer por que así fue mi deseo, yo te diseñé mujer, un ser que ama, que cuida, que alimenta, que instruye, que enseña, que porta vida, un vaso frágil, y sobre todo un símbolo de amor en donde quiera que vas.
No necesito de un día en especial para hacértelo saber, pues desde antes que nacieras ya te amaba, pero hoy quiero que sepas que todo lo que hago es perfecto y siempre con un propósito, así te puse en mis planes, te llevo de la mano y te amo se una manera única e insuperable.
Autora: Maite Leija
Señor...
Enséñame a esperar con paciencia y en tu presencia,
que mi ansiedad y mi impaciencia no corte la marcha del tiempo...
que nunca desespere mi inconsciencia ni mi sueños perezcan.
Señor...
Enséñame a controlar mi temperamento,
enséñame a volar a favor del viento...
que mi paciencia aprenda a esperar bajo tu gracia y tu promesa.
Señor...
Enséñame a ser frágil y madurar,
sin desconfiar de el camino nuevo que tienes para mi...
siempre dispuesta a mejorar,
sin quejarme de la angustia y los sinsabores.
Señor...
Enséñame a ser humano, permíteme vivir paciente...
que a cambio de quejarme de cada herida,
me deleite sabiendo que llegaré a la meta.
Señor...
Enséñame a ser humilde sabiendo que es un don hermoso,
que mi energía no sea compitiendo para ser aceptada por otros.
Señor...
Enséñame a esperar confiada, sabiendo que no he de fatigarme...
Enséñame a recibir el mensaje revelado por ti y alcanzarlo.
Señor...
Enséñame a mantener tu propósito...
que con alegría me sienta amada,
sabiendo que con tu amor me has cuidado...
y con tu bondad me has rodeado.
Señor...
Enséñame a no salir disparada y morirme fatigada,
Padeciendo en mi camino sin llegar a lo que tú me has prometido.